No tengo tiempo para anotar con detalle todo lo que voy leyendo sobre la reforma de las pensiones. Mañana parece que ya será oficial. Ahora, de noche, imagino los salones de algunos hoteles, las salas de juntas de muchos bancos, y veo gente reunida alrededor de las mesas. Se nota la felicidad en sus caras. Otros, en nuestro nombre, les han asegurado que ofreceremos dinero y trabajo para mantener el teatro abierto. Por desgracia, Salman Rushdie lo había contado antes en
Harún y el Mar de las Historias (1991):
Érase una vez, en el país de Alifbay, una ciudad triste, la más triste de las ciudades, una ciudad tan míseramente triste que hasta había olvidado su nombre…
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