Cuando se trata de inspirar a la gente para que que se movilice, para que adopte algún cambio, la narración no es sólo la mejor de las herramientas disponibles. Es la única que funciona siempre. La narración no es un recurso en apariencia frívolo; se trata realmente de un recurso muy poderoso. Y para un niño o una niña, todavía en el siglo XXI, las historias constituyen una especie de juego cognitivo, y, al mismo tiempo, son un estímulo para la formación y el desarrollo de sus mentes.
En el origen de las historias se encuentran elementos clave de la inteligencia, de la cooperación, del ansia de búsqueda, de la adopción de decisiones, y la comprensión de que también otros tienen creencias y su propia autoestima. Por eso, en nuestra evolución la narración de historias nos hizo más fuertes y más eficaces como especie. De hecho, una historia es "una cosa que hace" más que "una cosa que es". Es una herramienta con la utilidad de medir, no solamente un objeto de admiración estética.
Entre las posibilidades más interesantes que ofrecen los cuentos y las historias, y que pueden ser medidas, están las siguientes:
- El desarrollo de la capacidad de atención.
- La adquisición de la narración como un proceso, y la comprensión de las secuencias como un esquema narrativo.
- El estímulo del pensamiento imaginativo y creativo.
- El aprendizaje de los conceptos de causalidad y consecuencia.
- La transmisión de relaciones sociales y afectivas.
- La inmersión en la cultura popular.
- La resolución de los conflictos psicológicos que presenta el desarrollo afectivo.
Tal vez las modernas sociedades utilicen cada vez más los nuevos formatos del libro. Quizás algunas cosas avanzan con tanta rapidez que ya ni somos capaces de percibir los cambios que sin duda están llegando. En cualquier caso, las historias y los cuentos aun mantienen su lugar en la imaginación y el aprendizaje, y por eso también en la revolución digital…
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