Encontré esta idea en el blog de Warner Brenner, y me pareció tan apropiada para este sitio que no he podido resistirme. Por eso, ni me preocupé en cambiar el idioma de la imagen, el portugués, porque se entiende perfectamente.
Aunque todavía no está desarrollada, la idea se relaciona muy bien con nuestros artefactos para contar historias. Las palabras de la fórmula parecen demasiado sencillas, y lo son, pero esas líneas son capaces de hacer grandes cosas. Funciona así:
Había una vez un niño.
Todos los días jugaba con su muñeco de vaquero.
Un día llegó un astronauta ficticio.
Debido a esto, su interés por muñeco de vaquero disminuyó.
Debido a esto, el muñeco astronauta y el vaquero juraron venganza uno contra otro.
Hasta que, finalmente, los dos lucharon en una sangrienta batalla en la que ninguno resultó ileso.
Toy Story, obviamente.
Por supuesto, esta fórmula no es una receta milagrosa. Sólo contiene la estructura narrativa que se repite en todas las buenas historias. Lo que cuenta es cómo llenar los espacios en blanco…
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