Nalungiap, el esquimal, se acercó y habló con ella. Y ella, entonces, escribió todas las palabras en su blog:
Al principio, cuando tanto las personas como los animales vivían sobre la tierra, una persona podía convertirse en animal si así lo deseaba, y un animal podía convertirse en ser humano. A veces eran personas y a veces eran animales, y no había diferencia. Todos hablaban el mismo idioma. Por aquel entonces las palabras eran como magia. La mente humana tenía poderes misteriosos. Una palabra hablada por azar podía tener consecuencias extrañas. De repente cobraba vida, y lo que la gente quería que ocurriera ocurría; lo único necesario era decirlo.
Nadie puede explicarlo: así era antes.
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