En el anterior post, me olvidé de citar el nombre de Viky, que fue la niña de 6º de primaria que inventó el cuento de la oveja. Pero tanto ella como todos sus compañeros, con los dados de Rory’s Story Cubes, crearon historias para contar. Así, y respetando las capacidades individuales, se intentó que desarrollasen algunas de las habilidades necesarias en el arte del storytelling, como ya explicamos. Por ejemplo, a Ricardo, Ainara, Miguel y Meritxell, los dados que sacaron en su turno hicieron que imaginasen la siguiente historia, y que nos contaron en el aula, por supuesto…
Érase una vez un niño llamado Salva que vivía en El Burgo (Culleredo), en una casita de campo. El 19 de junio era su cumpleaños y sus padres le regalaron una tortuga. Además, ese día lo invitaron a ir al teatro, aunque durante la obra se aburrió mucho.
De noche, en su cama, se puso a leer un libro de terror. Cuando estaba a punto de dormirse, tuvo un sueño en el que veía una extraña huella en el escenario de aquel teatro, al que fuera por la tarde. Decidió ir a investigar aquella huella. Cogió su mochila y en ella puso una linterna y una pequeña lanza.
En el teatro observó la huella y la tocó, y tuvo otra visión. En ella aparecía una sombra dentro de una torre que estaba en un parque cerca de su casa. Entonces, Salva fue a la torre. Cogió la linterna y empezó a subir unas escaleras. De repente, escuchó un ruido extraño y agarró su lanza. Al llegar arriba, encontró… ¡un MARCIANO!
En ese momento, el marciano mató a Salva. Pero Salva se despertó… ¡Todo había sido un terrible sueño!
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