Cuando descubrí las ideas del profesor Kieran Egan, hace ya algún tiempo, me llevé una sorpresa. Su libro Fantasía e imaginación: su poder en la enseñanza, editado por Morata en 1994, fue una agradable lectura. Sus aportaciones, basadas en la psicología y en la antropología cultural, entonces resultaban muy novedosas y sugerentes.
Egan criticaba determinados aspectos de la didáctica en la escuela primaria vigentes en aquella época. Como, por ejemplo, el principio que decía que los niños sólo aprenden si se procede de lo concreto a lo abstracto. Para él, esa idea olvidaba las herramientas básicas con que cuentan para dar significados a su experiencia y a la información nueva que reciben en cada momento: la imaginación y la fantasía. Ahora la mayoría de autores, a partir de observaciones prácticas, afirman que los niños aprenden a partir de lo que ya saben. De hecho, cuando llegan a la escuela, entran con un bagaje de imágenes mentales y de sencillos conocimientos abstractos, en parte proporcionados por los relatos y el imaginario popular.
En este mismo sentido, otro profesor universitario dice que si queremos que los estudiantes lleguen a aprender, dominar y aplicar algo con criterio, debemos procurar envolver ese algo en un contexto que haga intervenir las emociones. Se trata de Howard Gardner, muy valorado en la universidad y en la escuela, del que podemos explicar su afirmación pero a la inversa. Es decir, lo más seguro es que las experiencias desprovistas de un impacto emocional tengan poco atractivo y se olviden pronto, sin dejar ni una simple representación mental. Y está claro que los cuentos y el imaginario viven en el mundo real de las emociones.
Aquellos que ahora hablan del storytelling como el arte de la comunicación, beben en las fuentes de Kieran Egan cuando se refieren a la enseñanza. Pero es probable que no sean conscientes. O que desconozcan la importancia de su obra. En la presentación que hay después se defiende el estímulo de la imaginación en la escuela, aunque lo hace de un modo indirecto. En su interior hay un pequeño vídeo con una interesante entrevista al escritor noruego Jostein Gaarder. Según él, hoy en día el profesor perfecto tiene que ser un buen narrador de historias.
8 comentarios:
Gracias por el posty por el vídeo. Son ideas que hay que transmitir.
Gracias a ti, Daniel, por leerme y por compartir, como ya sabes...
Más gracias, Mario.
Me refrescas la memoria.
Este fin de semana espero entretenerme en esta entrada más tiempo.
Me alegra saber que al menos Contomundi sirve para refrescar la memoria. Así que, Montse, encantado de que nos leas y nos recuerdes... :-)
Nunca olvidaré a aquellos maestros que nos envolvían con sus palabras,que hasta para hacernos pensar en algún problema matemático nos contaban alguna anécdota o historia.
Gracias por ser un buen contador de historias.
Saludos, Isabel
Isabel, la palabra es la verdadera magia. Cuando nos envuelve, es capaz de hacernos sentir capaces de todo. En la escuela actual, nuestro ritmo de vida hace que olvidemos muchas veces la fuerza que aún mantiene...
Saludos
Excelente post con tu permiso lo incorporo a mi blog para docentes, estamos en proceso de realizar una actividad para experimentar la fuerza y el valor de los modelos de historia según Jonassen
Muy agradecido por tu interés, que es bien recibido. No sabía de ti pero acabo de visitar tus blogs, a los que volveré. Así que ya sabemos donde estamos para colaborar, que me encantaría...
Un saludo
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