En un libro que ya no tengo, una investigadora de la obra de Jorge Luis Borges se refería a las características de sus relatos. De su estudio, deducía cuatro fases que aparecían en la mayoría de las historias del escritor argentino:
- Desgracia motivadora: tradición, lealtad, venganza, sectas, relación maestro-alumno…
- Viaje (factores del empobrecimiento): búsquedas, bebidas, seres primitivos, degradación del entorno…
- Encierro: lugares, escaleras, el color rojo, hierro y herrumbre, ladrillos…
- Aniquilación de la identidad: revelación, cicatrices, disfraces, máscaras, ceguera, fotografías, textos, objetos preciosos…
Hace años que leo a Borges, y tal vez por esa razón en El arte de imaginar historias noto su presencia. Pero de una manera elemental y sencilla, por supuesto, porque nuestras historias son para aprender a contar y escribir. El cuento Margarida, a nena ecolóxica es un buen ejemplo. Se creó con el recurso del binomio simbólico, en el proyecto de escritura Polgariño conta. Pero nuestra motivación para hacer cosas, en ese viaje para aprender que cada día se hace en las aulas, transformó este relato en una historia digital.
No sé si la escuela 2.0 traerá una nueva identidad educativa basada en el uso de los recursos tecnológicos. Ni tampoco si eso es realmente lo mejor. En todo caso, y como dice Margarida, lo más oportuno será utilizarla con sentidiño. Creo que a Borges, en la biblioteca del cielo, le parecería razonable…
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