Inventar una historia y tratar de escribirla es como introducirse en un laberinto. O igual que cocinar en un caldero, cuando no sabes qué ingredientes tienes que elegir. Seguramente por ese motivo los niños siempre empiezan las tareas de escritura con unas dosis elevadas de inquietud. Pero lo importante es que sepan que no hay laberintos ni monstruos invencibles que les impidan escribir. Y que, en todo caso, nunca está de más conocer una buena cocina de la escritura, incluso si es con un caldero.
Hace tiempo que uso estos curiosos artefactos, con un significado especial en las tradiciones de muchos pueblos. A simple vista, un caldero puede parecer sólo una enorme olla. Pero en las mitologías irlandesa, galesa y céltica es considerado un objeto mágico que tiene poderes extraordinarios. Es posible que, a través del juego, algún modelo también sirva para descubrir los pequeños secretos de la escritura. Al menos, la teoría que conozco defiende para ciertos calderos esa posibilidad.
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