5 ene 2010

Lili y el canto de las ballenas

Un día, la abuela de Lili le contó una historia:

El canto de las ballenas, de Dyan Sheldon

Hace tiempo había ballenas en los océanos. Eran tan grandes como colinas y pacíficas como la Luna… Me sentaba al final del muelle a esperarlas. A veces me quedaba allí durante todo el día y durante toda la noche, hasta que de repente las veía llegar desde muy lejos. Avanzaban danzando a través de las aguas.

¿Y cómo sabían que tú estabas allí? ¿Cómo te encontraban, abuela?, preguntó Lili. Su abuela sonrió.

Ah, tenías que llevarles algo especial. Una caracola o una piedra de formas perfectas. Y si tú les gustabas, las ballenas aceptaban tu regalo y te daban algo a cambio.

¿Y que te dieron, abuela?, preguntó Lilí, ¿qué has recibido tú de las ballenas? Entonces, la abuela de Lili suspiró.

Una o dos veces, le susurró, una o dos veces las oí cantar.

En ese momento, el tío Federico irrumpió en la habitación y dijo bruscamente:

¡No eres más que una vieja chiflada! ¡Las ballenas fueron valiosas por su carne, por sus huesos y por su grasa! ¡Si quieres contarle una historia a Lili procura que se trate de algo útil, no le llenes la cabeza con tonterías…!

Pero la abuela de Lili continuó:

Aquí vivieron las ballenas millones de siglos, ya antes de que existiesen barcos, ciudades e incluso los hombres de las cavernas. Se decía de ellas que eran mágicas.

Cuando se durmió, Lili soñó con ballenas. En su sueño las oyó cantar como el viento. Saltaban sobre las aguas y la llamaban por su nombre. Por la mañana, Lili bajó al océano. Caminó hasta el final del viejo muelle, donde no había nadie… Sacó de su bolsillo una flor amarilla y la dejó caer:

¡Esto es para vosotras!, gritó al viento.

Lili se sentó al borde del muelle a esperar. Esperó toda la mañana hasta el atardecer.

Cuando comenzaba a oscurecer, tío Federico bajó de la colina a buscarla.

¡Basta ya de locuras!, dijo ¡vamos a casa!, ¡no te puedes pasar la vida soñando!

Aquella noche, Lili se despertó de repente. La luz de la Luna iluminaba su habitación. Se incorporó y prestó atención. La casa estaba en silencio. Lili saltó de la cama y se acercó a la ventana; oía algo en la distancia, desde el otro lado de la colina. Salió de la casa y corrió hacia la costa, mientras su corazón latía cada vez con más fuerza.

Allí, en el océano, estaban las ballenas. Saltaban, brincaban y giraban iluminadas por la Luna. Su canto inundaba la noche. Lili vio su flor amarilla meciéndose entre la espuma.

Pasaron minutos, quizá horas. De pronto, Lili sintió la brisa moviendo su camisón. Tenía los pies helados, comenzó a tiritar, se restregó los ojos. El mar había vuelto a la calma y la noche ya era muy oscura. Lili pensó que todo habría sido un sueño. Se levantó para volver cuando de repente, desde lejos, desde muy lejos, como un susurro del viento, oyó...

¡Lili! ¡Lili! ¡Lili!

Las ballenas la llamaban por su nombre…

3 comentarios:

Mario Aller dijo...

Lo siento, no soy un Rey Mago. Pero quiero apuntarme en el cursillo oficial para conseguir el carnet de paje, con derecho a camello y todo...

A ver si así me labro un futuro. :-)

Que tengáis muchos regalos!

Saludos

Anónimo dijo...

y porqué estas cosas , no estan bien vistas leerlas en los colegios

Mario Aller dijo...

Creo que en los colegios se leen estas historias y también otras igual de bonitas. Si en alguno no ocurre así, o no están valorados los cuentos, habrá que decirles algo para que las cosas cambien.

Tal vez contarles otra vez la historia de Lili, o el canto de las ballenas por todos los océanos, o el viaje de los tres magos en busca de una estrella. Hay muchas historias. Es imposible que no haya alguna que sirva...

Saludos

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