Lo dijo Roberto Piumini en su novela Motu-Iti: ¿Cómo he sabido lo que no sabe nadie? No puedo decíroslo. Si lo dijese, me saldría una gran cresta de gallo; mi lengua se transformaría en piedra incandescente y ningún sorbo de agua la podría apagar nunca. Yo no quiero que esto suceda: es necesario entonces que, con respecto a lo que cuente, os fiéis de mí, que no preguntéis…
Pero esto último a nosotros no nos sirve. Lo que sé, o lo que creo saber, no tiene ningún misterio y por eso me gustan las preguntas. Soy un maestro y aprendo cada día en la escuela. Como muchos de vosotros.
Los materiales del imaginario popular (antiguo o moderno) esperan y anhelan que los maestros también sean narradores, puesto que muchos relatos nacen para ser contados. Solamente de ese modo pueden mantener una cierta influencia social y facilitar la adquisición del lenguaje, además de servir en la escuela como recursos de carácter intercultural. En todo caso, no hay que preocuparse en exceso por la previsible falta de medios expresivos. Esos problemas siempre serán superables con una buena ayuda. Por ejemplo, siguiendo los consejos de Sara C. Bryant, Elena Fortún o Ana María Pelegrín.
Sin embargo, la lectoescritura es el saber más poderoso. Y escribir cuentos proporciona una finalidad real para aumentar el control sobre la lengua escrita. Es un medio para desarrollar la comprensión, la ampliación y la manipulación de la experiencia que poseen los niños. Construir historias en la mente, elaborar cuentos escritos, son actividades que inciden en todos los procesos de aprendizaje. Porque no todos los textos se pueden moldear sobre una estructura más o menos fija con elementos casi prefabricados, y originar así una interminable serie de combinaciones.
Ese texto único que permite tantas modificaciones creativas es el cuento. Y en la Red, en el ámbito de la educación, podemos encontrar ejemplos de los nuevos contadores de historias. Muchos docentes saben que, en la escuela, la creatividad tiene que ser reforzada, cultivada y experimentada. Es uno de los caminos de la imaginación.
Objetos mágicos (en La cueva del cíclope): Se trata del blog de aula de Néstor Alonso. En esta sección, los relatos que escribieron los niños contienen diferentes objetos mágicos, algunos propios de los cuentos tradicionales y otros más modernos. También los ilustraron de forma digital.
Taller de escritura (en Letras voladoras): Este taller se encuentra en el Blog de lectura y escritura del C.P. San José de Calasanz, de Posada de Llanera (Asturias). Se realizan actividades variadas, pero muchas de ellas giran alrededor de los cuentos, donde aparecen bombones, sonrisas, estrellas, sueños para un mundo mejor. Como se dijo anteriormente, las actividades imaginativas necesitan ser reforzadas. Resulta imprescindible si deseamos un aprendizaje lingüístico con resultados positivos.
Contes/cuentos (en El bagul de les lletres): Las actividades con los cuentos, y con la lengua en general, son una parte importante de este blog de aula (Vanesa Marín). Así, podemos ver la transformación en versos de algunos cuentos clásicos, algunas historias colectivas, relatos de viajeros imaginarios.
Textos narrativos (en De farfanías): En este blog, editado por Silvia Gongo, encontramos cuentos que han sido creados con herramientas 2.0, como Kerpoof. También hay actividades narrativas realizadas con Google Maps. E incluso aparecen unas versiones nuevas de Caperucita, en las que hasta el lobo parece distinto y sugerente.
Pequeños escritores (en Construyendo nuestros sueños): En esta sección de un blog muy interesante tenemos un proyecto de escritura colaborativa. Se hicieron cuatro novelas colectivas empleando una aplicación online llamada SoopBook, todas con una estructura semejante para facilitar su desarrollo. Es un buen ejemplo de lectoescritura multimedia, además de mostrar cómo es posible llevar adelante un aprendizaje cooperativo, también en las actividades relacionadas con la composición escrita.
Polgariño conta: A través de ciertas ideas extraídas del mundo del cuento popular, los niños usaron unos esquemas definidos para escribir historias. Porque, como explicó Daniel Cassany, para desarrollar la autonomía y la responsabilidad en los procesos de redacción es importante que el alumnado tenga modelos de referencia, y que perciba los pasos que debe o puede seguir para escribir.
Construyendo historias: El maestro, además de bloguero y tuitero, Gregorio Toribio Álvarez lanzó esta idea en las redes sociales, como quien deja un mensaje en una botella en el océano. ¡Y el resultado fue espectacular! Se trataba de construir 1001 historias de modo colaborativo y a partir de unas premisas determinadas. “Partimos de un bloque de texto común (una presentación de aproximadamente 80 palabras) y, a modo de estructura piramidal, las historias se irán generando a partir de múltiples bifurcaciones que propondrá el alumnado participante. En cada historia habría 6 aportaciones de alumnos/as de distintos centros”; según se afirmaba en el blog del proyecto.
No hay grandes certezas en la educación, pero en estas experiencias los alumnos ha conocido la escritura como un espacio para descubrir, al alcance de cada uno de ellos. Mientras, los maestros permanecemos callados y contemplando esos viajes de exploración, día tras día, sin entrevistas en la radio o en la televisión, sin reportajes en los periódicos. Pero todavía con la capacidad de sorprendernos y de compartir la alegría de sus descubrimientos en la lectoescritura, el saber más poderoso. No para que todos se vuelvan artistas, sino para evitar que la posibilidad de expresarse por escrito sea el privilegio de unos pocos.
Si la creatividad se aprende igual que se aprende a leer, como dice Ken Robinson y que en otro post era una pregunta, tal vez en esas experiencias se encuentre alguna respuesta…
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