Hace tiempo, en otro lugar, alguien definió al ser humano como un animal sin plumas que cuenta cuentos. Tal vez por eso una industria muy actual, la fábrica de sueños que es el cine, utiliza muchos motivos que son propios del cuento y le pertenecen: el enfrentamiento entre el héroe y el monstruo, algunas figuras e imágenes arquetípicas (por ejemplo, la doncella o el bosque), las luchas de iniciación, etc. Por esa razón, no está de más que recordemos aquello que otros dijeron sobre la importancia de los cuentos y sus mundos imaginarios.
Las historias, con su simbolismo, están presentes en todas las sociedades y culturas. Por eso, Howard Gardner, psicólogo y profesor, y reciente Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, dijo: “Necesitamos una educación que esté profundamente enraizada en dos consideraciones aparentemente contrarias pero, en el fondo, complementarias: lo que se sabe de la condición humana en sus aspectos intemporales, y lo que se sabe de las presiones, los retos y las oportunidades del panorama contemporáneo (y venidero)”.
Teniendo en cuenta esa condición humana y los aspectos intemporales de la vida, Italo Calvino, el escritor italiano, afirmó: “Los cuentos contienen una explicación general del mundo, donde caben todo el mal y todo el bien, y donde se encuentra siempre la senda para romper con los más terribles hechizos”.
La explicación del mundo que reflejan los cuentos también fue una idea que compartió el filósofo Mircea Eliade: “El cuento recoge y prolonga la iniciación al nivel del imaginario. Si constituye una diversión o una evasión, es únicamente para la conciencia banalizada y, especialmente, para la conciencia del hombre moderno; en la psique profunda, los escenarios iniciáticos conservan su importancia y continúan transmitiendo su mensaje, operando mutaciones”.
En esa misma línea, Antonio Rodríguez Almodóvar, profesor, escritor e investigador, en una de sus importantes obras asegura lo siguiente: “El cuento popular constituye, sin ninguna duda, el modelo más perfecto inventado por la humanidad para conseguir un texto infinito, un texto que diga y explique todo, en cada tiempo y en cualquier circunstancia”.
El profesor Howard Gardner, que se citó antes, creador de la teoría de las inteligencias múltiples, nos contó que: “[…] si queremos que los estudiantes lleguen a aprender, dominar y aplicar algo con criterio, debemos procurar envolver ese algo en un contexto que haga intervenir las emociones. Y a la inversa: lo más seguro es que las experiencias desprovistas de un impacto emocional tendrán poco atractivo y se olvidarán pronto, sin dejar ni una simple representación mental”.
Y Gianni Rodari, escritor y pedagogo, genio en el arte de inventar historias, escribió: “[…] el imperfecto, hijo legítimo del érase una vez que da la señal de salida a los cuentos, es un presente especial, un tiempo inventado, un verbo para jugar”.
Los cuentos populares, en su conjunto, son una buena manera de aproximarse a las raíces culturales de la humanidad. Son historias capaces de dejar pequeños mensajes en el ambiente, que abren nuestra mirada a los otros mundos que hay en este mundo nuestro, que nos ofrecen la memoria de otras gentes y de otros pueblos.
Como afirmó el escritor y profesor Gabriel Janer Manila, la cultura surge, sin duda, del juego, y el niño que juega es un niño que se transforma. Por tanto, si consideramos a la escritura como un juego especial y reflexivo, la construcción de historias en la mente, la elaboración y escritura de cuentos, será una actividad que incidirá en todos los aspectos del aprendizaje escolar.
Es evidente que resulta difícil saber que clase de tecnologías nos aguardan en el futuro. A pesar de todo, seguro que descubriremos la manera de seguir contando cuentos con su ayuda. Porque, como dijo el escritor Jostein Gaarder, “el cerebro está hecho para historias más que para enciclopedias o información digital”.
2 comentarios:
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