6 oct 2011

El valor de aprender

En dos posts que publiqué hace algún tiempo (Thanks, gracias; Cuentos, leyendas y mitos en la escuela actual) apareció el nombre de Nasrudín Hodja. Es un personaje muy conocido en la literatura oral y popular de muchos lugares de Oriente, especialmente en Turquía. Incluso, en la época soviética, su nombre fue utilizado en decenas de chistes para criticar a ese régimen en las tierras de Asia Central. En la siguiente historia, Nasrudín es el principal protagonista, aunque hay una versión hindú que no cuenta con este personaje.

En un momento de su vida, Nasrudín consiguió un trabajo de barquero en un río que había cerca de su pueblo. Con el dinero que obtenía transportando gente de una orilla a otra, alimentaba a su familia, aunque con muchas dificultades. Un día, un hombre bien vestido y con un brillante portafolios subió a su barca. Parecía una persona muy instruida, tal vez un profesor. Después de un rato, le dijo a Nasrudín:

-Buen hombre, ¿conoce usted la gramática?
-No, en absoluto -respondió el barquero.
-¿Ha estudiado usted historia?
-No, señor -dijo Nasrudín.
-¡Qué! -exclamó el profesor-. ¿Que no ha estudiado historia? Pero, pero, ¿cómo puede ser eso?

El barquero sacudió la cabeza.

-No sé nada de historia, señor. No sé leer, señor. No fui nunca a la escuela, y por eso no pude aprender historia y gramática.
-¿No pudo aprender? -dijo el profesor-. No hay excusa para aprender... Al menos, sabrá algo de geografía, ¿no?
-No, señor -dijo Nasrudín-. No sé nada de geografía.
-Dígame una cosa más, ¿ha estudiado usted alguna ciencia? -preguntó aquel hombre.
-¿Ciencia? Ninguna ciencia, señor...
-Bueno, permítame usted que le diga que ha perdido la mitad de su vida -replicó con menosprecio el profesor.

Nasrudín se entristeció mucho. Nunca antes le habían hablado de esa manera. De repente, unas nubes oscuras cruzaron el cielo, y la barca comenzó a cabecear con las olas, mientras los truenos empezaban a rugir.

-Nos va a pillar una gran tormenta -dijo el barquero-. ¿Sabe usted nadar?
-¡Oh, cielos! -lloriqueó asustado el hombre-. No sé nadar. ¡Nunca llegué a aprender!
-¡Bueno, permítame decirle que está usted a punto de perder toda la vida! -respondió Nasrudín, mientras la barca era sacudida salvajemente por una ola.

En las aguas turbias, el viejo barquero Nasrudín perdió de vista a su pasajero, y nadó como pudo hasta una orilla. Desde allí observó al profesor que, aferrado a su portafolios, se hundía y desaparecía bajo las oscuras aguas de aquel río.

4 comentarios:

mjchorda dijo...

Genial. me ha encantado, pero ese era un profe algo malote, así no se trata :-)

Mario Aller dijo...

Era un profe malote y un poco pesado. Por eso le pasó lo que le paso... :-)
Saludos

Francisco de Pedro dijo...

Un poco por casualidad, hace un par de meses encontré una versión francesa de cuentos de Nasrudín en la biblioteca del pueblo. Sobre la marcha, les iba traduciendo a mis hijas de 7 y 10 años y se partían con sus respuestas extravagantes e ingeniosas. Así, noche tras noche, antes de ir a dormir, estuvimos más de una semana escuchando cuentos del Hoxa. Les encantó. Y les dio tanta pena que se acabara que me pidieron que se lo releyera otra vez entero.

Enhorabuena por tu trabajo. Gran blog y grandes proyectos. He enlazado algunos artículos tuyos y este blog en una página que estoy preparando: La raíz de los cuentos.

Saludos

Mario Aller dijo...

Gracias por tu comentario, Francisco, que las palabras también sirven... Conocí a Nasrudín hace tiempo, en un viejo libro, y me gustó casi al instante. Lo leo y releo con frecuencia, busco novedades y se lo presento a mis alumnos, siempre que puedo. Creo que todavía somos pocos los que sabemos de su nombre, pero al menos disfrutamos con sus historias. Por el perfil que veo, creo que seguiremos en contacto... :-)
Saludos

Related Posts with Thumbnails