Al psicólogo Daniel Kahneman le fue concedido el Premio Nobel de Economía en 2002, a pesar de que no es economista. Pero en muchos de sus estudios investiga los caminos que seguimos al tomar decisiones. Y esas investigaciones han demostrado que son de vital importancia en estos tiempos, sobre todo en los aspectos económicos.
La fuerza de la narración es una evidencia, como ya escribí, pues el cerebro humano está hecho para contar y escuchar historias. Ahora bien, todas las historias se construyen con palabras. Y Kahneman ha comprobado que las palabras pueden determinar nuestros actos a través de los conceptos a los que se refieren.
Para la psicología, la antropología o la etnología, el imaginario popular constituye un campo repleto de tesoros simbólicos. Entre ellos se encuentran los arquetipos. Son estructuras psicológicas primarias e innatas que almacenan los contenidos de nuestras experiencias, y que originan la aparición de las imágenes culturales. En ese simbolismo se basa la fuerza de algunas palabras que tienen un gran significado en nuestro imaginario colectivo y en la educación. Esas palabras, al igual que otros elementos, constituyen un valioso material para inventar historias en la escuela.
Con el vocabulario anterior, por ejemplo, se puede empezar creando un título para una historia. Porque es posible nombrar las cosas antes de que la realidad exista. Dicen que de esa manera nació el universo: se nombraron las partes y después apareció todo.... Y hay libros enteros que semejan el desarrollo de un buen título: un largo viaje submarino, las aventuras en el país de las maravillas, la busca de una piedra filosofal, el lugar donde viven los monstruos…
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