Imagina que un cuento no es más que un entramado de celdillas, una especie tablero construido a partir de cuatro columnas básicas: personajes, lugares, situaciones y objetos. Cada columna del tablero posee un idéntico número de recuadros o celdillas. Imagina que se llenan con un vocabulario especial, con palabras que, de alguna manera, pertenecen al mundo de los cuentos, populares o actuales. Así es el taboleiro fantástico: un casillero, un entramado para imaginar historias.
Cada taboleiro se convierte de hecho en un conjunto de hipótesis fantásticas, en el sentido que nos ofrecía Gianni Rodari. Una hipótesis es como una red; lanzas la red y, tarde o temprano, algo encuentras. En este caso, todo surge a partir de los personajes, de los lugares, de los objetos y de las situaciones narrativas. Este vocabulario entramado, si se elabora en el aula, puede funcionar como una biblioteca semántica del cuento, repleta de contenidos y significados.
El mundo de las palabras se trabaja en la escuela en su correspondiente asignatura, de igual modo que las matemáticas o las ciencias del medio social y natural. Pero seguramente se debería contemplar una faceta más: la de la imaginación y la creatividad. El desarrollo de la creatividad lingüística es muy importante para el niño, porque, por ejemplo, le permitirá avanzar en las capacidades de deducción, abstracción y reflexión.
1 comentario:
Una entrada fantástica. Estoy de acuerdo contigo. Un abrazo
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